Han sido demasiadas las ocasiones en las que hemos olvidado completamente la importancia de estos pequeños y minoritarios ingredientes que tienen la capacidad de cambiar por completo una receta: las especias.
Olvidarse de ellas puede suponer un grave error, ya que muchas recetas no serían lo que son sin no fuese por estos pequeños componentes que potencian al máximo el sabor de un plato. Además de esto, tenemos que tener en cuenta que hace miles de años, las especias se usaban no solo por su sabor, sino también porque tienen propiedades conservantes, terapéuticas y aromatizantes.
Por lo que su valor no solo recae en la degustación de las mismas, sino también en sus múltiples beneficios. De hecho, son tantas sus cualidades y usos provechosos que en la antigüedad se llegaron a utilizar en múltiples ocasiones como moneda de cambio.
En primer lugar, el sabor de las especias es espectacular. Tenemos la capacidad de modificar el sabor de un plato de manera total y drástica con el simple uso de estos ingredientes. Algunas de las especies más empleadas a nivel internacional son la pimienta, el azafrán, la cúrcuma o el jengibre, condimentos que seguro hemos utilizado en algún momento de nuestras vidas.
Si tenemos los conocimientos suficientes sobre su uso, podemos combinarlas entre sí para conseguir un resultado que dejará impresionado hasta al más exigente de los comensales.
Sin embargo, nos hemos dado cuenta de que, a pesar del amplio conocimiento que tenemos sobre el valor gustativo de estos ingredientes, no entendemos tan bien las propiedades de los mismos, por lo que vamos a basar este post no en el sabor de las especias, sino en los beneficios de su uso.
Ejercen como conservantes:
El poder conservador de las especias se debe a la gran cantidad de sustancias antioxidantes que contienen de modo natural. Todas las moléculas que estos condimentos contienen permiten evitar que otras moléculas, en este caso de otros alimentos, se oxiden.
De hecho, es precisamente por esto por lo que la cultura gastronómica de muchos países está basada en el uso de estos pequeños elementos, porque se empleaban para potenciar la duración de los alimentos y poder conservarlos muchos más días.
Tienen efectos calmantes:
Las especias son perfectas para pacientes con dolencias tanto de vientre como para personas con artritis, esto es así porque son elementos que posibilitan la rebaja en los fuertes dolores de ambas afecciones de forma natural. Para estos casos las mejores especias son el jengibre, muy bueno también para prevenir catarros, la cúrcuma y el pimentón.
Las tres contienen propiedades analgésicas por lo que consiguen actuar sobre el sistema nervioso y calmar este tipo de malestares físicos. Son una opción apropiada para aquellos que sufren dolores y quieren recurrir a remedios más naturales.
Ayudan a quemar calorías:
El hecho de que ayuden a quemar calorías se debe a dos factores, por un lado a que tienen un efecto termogénico y, por otro, a que aceleran el metabolismo. Estas características ayudan al cuerpo a quemar más fácilmente las grasas y además hacen sentir al organismo saciado a la hora comer, ayudando a mantener un peso saludable.
Cabe destacar que también sirven para reducir los niveles de glucosa, pasando a ser un ingrediente más que aconsejable para los diabéticos.
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Las especias ayudan a digerir mejor algunas comidas:
Además de su carácter saludable, su ingesta incentiva la producción de jugos gástricos, los encargados del proceso de digestión, por lo que mejoran considerablemente este procedimiento del cuerpo y reduce la aparición de gases. Entre las especias más digestivas están el comino, la pimienta (usada en muchísimas recetas) y el clavo.
Y por nuestra parte, eso es todo. Esperamos que este post os haya ayudado a entender mejor que las especias no solo son elementos que ayudan con el sabor de los platos, sino que, además, tienen múltiples beneficios que las elevan a la categoría de “must use” en cualquiera de nuestras futuras elaboraciones culinarias.
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